Cuando conectamos con lo que sienten los niño/as les permite “sentirse sentido/a”, la sensación de que está siendo visto y comprendido y transforma el caos en calma, el aislamiento en conexión. En los momentos en que están más alterados es cuando los niños más nos necesitan. Tomás tiene 8 años, cursa tercero básico. Una tarde, mientras realiza sus tareas escolares su mamá le recuerda que debe estudiar para la prueba de matemáticas, a medida que comienza a realizar los ejercicios de la guía, tiene un súbito estallido de frustración y grita que no estudiara más, que “esta chato” con el colegio y que prefiere ir a jugar o ver tv. La madre al escucharlo se irrita, ya que está cansada de la actitud de su hijo, de su poca persistencia en sus estudios, por lo que lo reprende con dureza diciéndole que debe practicar los ejercicios porque solo así podrá comprender la materi...